Caché, el final, la superación



Plano inicial ----------------------------Plano final


Hasta aquí, vimos como, a través de una mirada y propuesta particulares, Haneke propone con Caché una reflexión sobre la coexistencia y la tolerancia.
La última imagen del film se parece en plano y montaje a la primera. Es un plano general de la salida de la escuela de Pierrot, el hijo de la familia Laurent. A simple vista, vemos decenas de jóvenes saliendo del edificio, muchos sentados o parados en la escalera charlando. La imagen no señala ninguna situación en particular, por lo que, podría pasar inadvertido el encuentro entre Pierrot y el hijo de Majid.

Entonces nos encontramos ante dos posibilidades. La primera sería que efectivamente el espectador no vea el encuentro de los dos jóvenes. En ese caso, existe una posibilidad de lectura a partir de la relación entre la imagen inicial del film y esta última. Se asemejan en su composición y su punto de vista. Ambas están construidas como si fuesen tomadas desde una cámara oculta. Son planos generales en posición ortogonal a el/los objeto/s filmado/s. Esto estaría aludiendo a un final abierto y la relación entre ambas imágenes a la idea de inercia. El espectador podría sentir que, a pesar de todo lo que vio durante dos horas de película, el conflicto (la duda acerca del autor de los videos y dibujos y su objetivo) no tiene resolución y la vida continúa con la misma cadencia y sin sobresaltos, como lo era antes.

Acá es donde entra en juego la actitud activa o no del espectador. La segunda posibilidad es que el público vea a ambos hijos charlando ( y como somos espectadores muy activos, vamos a darle más relevancia a esta opción). El espectador no puede saber sobre qué trata la conversación ni en qué términos está entablada, pero puede formular hipótesis. Los hijos podrían haberse unido y juntos podrían haber tomado las diferentes imágenes y hecho los dibujos para enviárselos a George. Pero nada nos confirma dicha sospecha, por lo que también podrían no haber hecho nada de eso juntos. Lo que sí vemos concretamente, es que ambos logran una situación que sus padres no consiguieron: el diálogo en términos no violentos.

Lejos de caer en una figura utópica y banal, típica del happy ending, la imagen final en el film de Haneke, estaría sugiriendo una superación de este monstruo. El monstruo del ser de otra nacionalidad, que en los 60 significó una guerra entre Argelinos y Franceses y que en la actualidad deriva en intolerancia y conflictos étnicos, no solo en Francia, sino a nivel mundial.

Podríamos ver en este final, una propuesta para la reflexión acerca del sentimiento de culpa. Consideramos la imagen del final, de suma importancia para poder interpretar al film no como un “golpe bajo” al sentimiento de culpa del burgués europeo, sino como una invitación a la reflexión y por qué no, a la superación del miedo al otro. Una invitación a salir de la alienación, que generan los medios masivos de comunicación y la vida altamente rutinaria, a la observación comprometida, al compromiso conciente con el mundo.

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